«Llegué a Porteño porque de una de mis mejores amigas jugaba en el club hasta el año pasado; a través de ella empecé a conocer a las chicas de ir a verlas, conocí a la chica con la que salgo actualmente y me hice parte del entorno, digamos. Yo venía de muchos años de hacer hockey y después de dejar hace un tiempo me quedaron las ganas de volver a la rutina del entrenamiento, la competencia y la vida de club que me encanta. Así que a partir de todo eso, empecé futsal en porte con las chicas».

Quien habla es Ariana Alves, jugadora de los equipos Reserva y Bafi del Futsal de Estudiantil Porteño.

Fue a través de Carla Curtido, ex jugadora del equipo dirigido por Valentín Lacquaniti, que se animó a meterse en el mundo del fútbol.

«Empecé en el club de barrio a los 9 años con Carla, y desde los 16 hasta los 25 en Vélez. En total fueron once años. Nunca me cambié de club, como que re tengo el sentido de pertenencia cuando juego en algún lugar, sea Velez antes o Porteño ahora’, expresa está Licenciada en Nutrición, quien a los 27 realiza la residencia de nutrición clínica en el Hospital Paroissien, en pleno pulmón de Isidro Casanova, por la Ruta 3.

«Jajaja, SII salís curtida para todo, después de esa experiencia», responde entre risas, cuando el periodista le dice que estar en ese establecimiento sanitario, te dan un máster para su profesión.

«También laburo dando clases en dos materias de la licenciatura en nutrición de la Universidad Isalud, una clínica privada de Capital Federal. Me voy de un extremo a otro (risas)», agrega.

Volviendo a su rol de jugadora de fútbol, comenta:

«Probé con este deporte por mi amiga, quien me insistió para empezar. Algunas veces nos juntábamos a jugar partidos, siempre hablamos sobre las ganas de volver a hacer un deporte y me dijo que vaya a Porte a probar».

Y se acercó finalmente al club.

«Fue en diciembre del año pasado, no quería ir porque me daba vergüenza hacer papelones, porque todas sabían jugar y yo no, como nunca había hecho fútbol me daba miedo. Y una vez que estuve ahí, como las chicas ya me conocían, me integraron al toque y fue un entrenamiento distendido. También porque era fin de año, así que fue fluyendo todo bien», admite.

Y añade:

«La competencia y el hecho de empezar a aprender de cero todo, es un re desafío para mí; tratar de ir mejorando con cada entrenamiento y aprender. Imagínate que en el hockey tocar la bocha con el pie es falta jajaja, es todo un mundo nuevo el futsal».

En ese aprendizaje, le hallaron su posición actual en la cancha.

«Empecé jugando arriba de delantera pivot, porque me gusta ir rápido a presionar y molestar ahí. Pero hace poquito Valen me empezó a probar de ala y en defensa, y la verdad me gusta mucho más, me siento más cómoda y con más visión de la cancha. Además, me supo acomodar bien para la zurda en ese lado de la cancha, así que siento que rindo mucho más en ese lugar», sostiene.

Vive en Ramos Mejía con su novia (Luciana Melo, también jugadora de Porteño); su familia la integran papá Gaby, mamá Bety, y sus hermanos Victoria y Franco.

«Todos siempre hicimos deporte; mi hermana hockey en Vélez conmigo y mi hermano voley en Unlam. Mis viejos siempre nos siguieron a todos lados, de hecho ahora están todos los findes en la tribuna de Porte», sostiene.

Al consultarle sobre el grupo humano que halló, afirma:

«La verdad, todas las chicas me recibieron de la mejor manera que podía esperar, son un grupo hermoso, y desde el cuerpo técnico lo mismo. Algo que destaco, es el diálogo y la comunicación qué hay y que se puede tener; eso no pasa en todos lados, y  siempre se fomenta la unión del grupo, somos como una gran familia».

Junto a todo lo descripto, hay un equipo compitiendo casa semana en el torneo Bafi.

«Venimos bien, este año nos sumamos algunas y seguimos conociéndonos y aprendiendo de la compañera. Tuvimos algunos altibajos, pero creo que para la segunda parte de la competencia vamos a estar mucho mejor paradas porque tenemos las herramientas para pelear arriba. Tenemos juego, convicción y sobre todo mucha garra», asegura.

Al principio de la charla expresó su apego al sentido de pertenencia, por lo cual se le pregunta si se ve varios años con estos colores.

«Creo que si, soy bastante culo inquieto y necesito hacer un deporte que tenga este tipo de competencia. En Porte encontré la vida de club que me gusta, la que me estaba faltando, con el futsal y la gente del club, quienes me hacen sentir como en casa», dice.

Y para el final de la charla, su reflexión sobre lo que le gustaría conseguir desde lo estrictamente deportivo.

«Con este equipo me gustaría conseguir todo lo que haya para ganar; soy re competitiva y le pongo todo al deporte, igual que mis compañeras. Para empezar, conseguir el primer lugar el campeonato que viene, porque este se nos fue, y de ahí para arriba lo que venga».

Ariana Alves, integrante de esa Cofradía querible, que integran las mayores del Futsal femenino de Estudiantil Porteño.